Los primeros efectos de la bancarrota norteamericana en América Latina se han traducido en la disminución de las remesas y el aumento de las tasas de seguros. Si anualmente los sectores más pobres de nuestros países recibían unos 70 mil millones de dólares procedentes de EEUU, Europa y Japón, en lo que va del año ya se redujeron en más del 20%.
La región empieza a reducir sus exportaciones de productos primarios por menor consumo en el mercado estadounidense y el menor precio de los minerales, como cobre, plata, plomo, con excepción del oro, afectará el ingreso de divisas y la generación de empleo.
Se lo tendremos que agradecer a la rapacidad del G-8, (en esos países es donde funcionan las bolsas que se han desfundado, ¿no?) que ahora aumenta al G-20, cuyos miembros llevaron a cabo la reunión en Washington para no llegar a nada en dos platos. Al menos, nada que le interese al común de la gente.
Los miembros del Partido Patriota, a quienes les encanta andar contando dinero --¿dónde está el señor Pérez Molina, que no da la cara desde el escándalo del MDF?-- deberían calcular cuánto costó esa reunión en EEUU. A lo mejor Nineth Montenegro logra unírseles para señalar a los responsables del gasto.
lunes, noviembre 17, 2008
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1 comentario:
Ana ¿ya vió los documentales Zeitgeist? Se los recomiendo. Y me encantaria saber su opinión sobre ellos.
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