domingo, julio 21, 2013

Lecturas y visiones de domingo





En El Acordeón de hoy, del diario El Periódico, hay un artículo de Mariluz Peinado que desnuda a Televisa y admite pertenecer a una generación que fue moldeada por lo que aquel emporio mexicano provocaba para inducir a las amas de casa a comprar toda clase de productos, pero sobre todo, para influir políticamente en el país, incluyendo la reciente elección de Peña Nieto.

No se lo pueden perder.

En la súper esperada sección El Peladero, del diario en mención, se dice que Siglo XXI ha sido adquirido por las cooperativas dueñas de Banrural, y que, utilizando como fachada a un empresario salvadoreño, la vicepresidenta ha adquirido acciones de Siglo XXI. Este diario ha pasado, en poco tiempo,  de unas manos a otras, según les haya ido política y económicamente a los grupos que han invertido en él.

La formación de esos cúmulos mediáticos ya no sorprende a nadie enterado de que en el mundo, —no en la pueblerina Guatemala— hay seis inmensas corporaciones, o como quieran llamarles, que poseen (cada una de ellas) cadenas de televisión, diarios, empresas de cable, racimos de radios, casas editoriales e impresoras de libros, conglomerados cinematográficos, y todos los etcéteras del mundo. Esos monstruosos grupos son quienes dirigen el pensamiento y  los gustos de los ciudadanos del planeta por medio de la comercialización de sus productos, entre los que se incluye, en primera fila, la promoción de determinado pensamiento político.

Quien quiera enterarse de cómo la novela 1984 se quedó corta al predecir que nuestras vidas iban a estar vigiladas constantemente por el Gran Hermano, según lo auguró en 1949 el escritor George Orwell, no tiene más que leer Le Monde Diplomatique, de publicación mensual. Y leer, por supuesto, a Ignacio Ramonet.

La empresa de Prensa Libre posee el diario de mayor circulación en el país, Nuestro Diario, y el canal de cable Guatevisión. La familia Archila maneja el Canal Antigua, radiodifusoras, por supuesto, y acaba de sacar a luz la revista ContraPoder, nombre que nunca terminó de gustarme.   Las corporaciones de radio abundan. Pero la joya de la corona la posee el inefable ángel: Ángel González, tenedor de las cuatro frecuencias de televisión abierta, los  canales 3, 7, 11 y 13 y de un número inmenso de radiodifusoras. No me consta que se dedique a publicar libros.

El ángel de la tele ha flotado durante décadas a fuerza de otorgar espacios en sus canales  y radios a aquellos candidatos  a la presidencia que parecerían tener mayores seguidores, fans que se multiplican con las bondades de la tele ‘nacional’. Cuando los contratos de la tele abierta están por vencerse, el ángel de la televisión siempre ha salido invicto, gracias a la deuda que le tiene el ex candidato que ahora ocupa la silla en el Guacamolón.

Leer a Mariluz Peinado nos permite enterarnos de cómo ha reinado Televisa, pero también, en un juego de espejos deformes, como los de parques de diversiones, lo que nos pasa en Guate. 
  


Pero no todo está perdido. Continúo hablando de El Periódico donde esta mañana he hallado un magnífico artículo de Edelberto Torres-Rivas sobre el genocidio en Guatemala (anunciándose que mañana continúa); la importante entrevista que en El Acordeón le hacen al autor guatemalteco que ha pasado casi toda su vida en Nueva York, Francisco Nájera; y la columna de Arturo Monterroso, ese escritor nuestro a quien admiro y envidio, con envidia sana, el manejo del un lenguaje extraordinario, ese lenguaje que poseen muy pocos mortales y con el que va describiendo sus opiniones sobre las cosas que le gustan o le disgustan. Del país y del mundo.

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