Los verdaderos católicos nicaragüenses, no esos sinvergüenzas que apoyan a Ortega en su ‘misión’, que incluye condenar a las mujeres a muerte antes que permitir un solo aborto terapéutico, han exigido al aspirante a dictador vitalicio que respete los resultados de las elecciones recientes y que se abstenga de seguir adelante con el fraude electoral que ya rebasó lo escandaloso.
No sé si los nicaragüenses tendrán que luchar una vez más por su libertad, apenas unos cuantos años después del triunfo del sandinismo. Espero que no, y que la presión internacional le impida a Ortega llegar a igualar a cualquiera de los Somoza. Aquel país ya tuvo suficiente violencia e injerencia en su historia. Merece un presente mejor.
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