lunes, noviembre 19, 2007

No es lo mismo

Dice Juan Luis Font en su artículo de hoy que él no querría ver a Colom como la quinta espada que se une al cuarteto que forman Chávez, Morales, Correa y Ortega No voy a referirme aquí si deseo que se una o no –-cosa que a mi juicio está en los cuernos de la luna, que no es tan aguerrido el presidente electo y debe responder a quienes lo apoyaron, entre quienes se encuentra Dioni-- sino a la tendencia generalizada a unir a esos mandatarios en un grupo determinado, como si representaran lo mismo.

Que Ortega hay movido cielo y tierra en su país para penalizar el aborto, cualquier tipo de aborto, ya lo sitúa en una categoría de troglodita única en Latinoamérica. Habla de una condición especial a caballo entre la ortodoxia católica y la ortodoxia islámica. Que apele al izquierdismo en el que alguna vez navegó para obtener petróleo barato de Venezuela es otro cantar.

No lo pondría en la misma canasta con Correa ni Morales ni Chávez. Estos tres presidentes llegaron al poder apoyándose en las grandes mayorías de sus países. Ortega llegó con apenas un 38% de los votos, cuando en 1984 había obtenido un 67%. Lo que él quería era regresar al poder. Ya se ve, esa cosa más transparente que el aire tira fuerte.

(Si no, veamos qué hacen localmente Arzú, Ríos Montt y otros inefables favoritos con tal de no soltar la teta de la bicha, porque hembra debe ser, que los machos no amamantan. Entonces, la poder tira más que un par de tetas, que ya se sabe que tiran más que dos carretas.)

No, no es como Chávez, que se reelige por tercera vez y gana con el 62%. Algo habrá detrás de esa cifra. O que es capaz de regresar al poder tras un golpe de estado apoyado (cuándo no) por EEUU y algunos otros.

En cuanto a Correa, más bien suele comparársele con Kirchner y con Lula da Silva, más moderados en apariencia que el histriónico Chávez, que como ya dije alguna vez, entre corridos y alusiones irreverentes ha llegado a poner en ridículo hasta al propio monarca español, que cayó de babieca.

Tampoco es Evo Morales, el primer indio que llega a la presidencia en América del Sur, y el segundo presidente boliviano que, en el período republicano, gana por mayoría absoluta.

Favor le hacen a Ortega en ponerlo al lado de esos presidentes que –-lo logren o no-- llegaron al poder ofreciendo desterrar la pobreza de sus pueblos, defendiendo el cultivo de la coca (no la fabricación de cocaína) proponiendo cambiar constituciones impuestas por los dueños de las patrias. ¡Qué falta nos hace leer a Severo Martínez!

Lo que más necesitamos es un análisis profundo, más profundo de lo que permite un artículo de periódico, limitado ya por el número de caracteres asignados, para destrenzar lo que los medios han ido tejiendo en los últimos tiempos en un afán de clasificar lo inclasificable.

A ver quién se empatina con el análisis propuesto, que hace mucha falta, sobre todo en este reino del conservadurismo.

3 comentarios:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Descocía la aversión de Ortega hacia el aborto. Gracias no tenía ni idea.

Saludos.

Henoc dijo...

Totalmente de acuerdo Ana, me parece que los análisis que en su mayoría han hecho los periodistas son demasiado simplistas y caen en el juego de la generalización, usualmente más en los medios internacionales (si no veamos cómo siguen diciendo que en Guatemala "regresó la izquierda" desde que fue expulsada del poder en 1954, haciendo referencia a la escueta victoria del autodenominado "social-demócrata" Colom); pero los periodistas locales tampoco huelen a tamal y chipilin, es decir no vierten un análisis propio, chapin, ajustado a nuestra realidad, con sabor propio a guatemalteco. No. Replican lo que leen de los diarios internacionales o se quedan en el dis que análisis de ong's internacionales.

Obviamente hay sus excepciones notables, pero en general ¿qué pasó con Irma Flaquer? ¿no debería ser una escuela para los periodistas?

selenita dijo...

Si tan solo se "empatinaran" algunos periodistas, algunos estudiantes, algunos ciudadanos de a pié y que ese incial empatinamiento por desentrañar la historia, nuestra historia, se fuera transformando en deseo, en voluntad de saber para transformar, si tan sólo...