miércoles, agosto 15, 2007

Veintitantos días

Afortunadamente, la cosa se acaba. Harta como estoy de salir a la calle y verla empapelada y emplasticada con las caras sonrientes y procesadas en fotoshop de todos los candidatos y candidatas --aquí sí vale la pena la humorada políticamente correcta de aludir a los dos sexos ¿o son géneros?-- cuento los días para que termine la cuestión.

Desde la tele me asaltan los candidatos: bailando en Antigua, invocando a Dios y traduciendo a Bush al ámbito local, blandiendo el plan de trabajo, abrazando y besando niños, arengando al público desde una improvisada tribuna.

¡Y las cuentas del Gran Capitán! Los pobrecitos apenas han gastado unos centavos en publicidad. Pero la realidad es diferente: hay entidades civiles que dan cuenta de los millonarios gastos que jamás se conocerán a ciencia cierta porque el Tribunal Supremo Electoral, que tendría que fiscalizarlos, no puede con la tarea que se ha echado encima: gastar más de 400 millones.

A la larga habrá que fiscalizar al TSE.

En un blog encuentro el siguiente texto: 'El clímax de esta parodia desemboca en actitudes realmente chuscas y ridículas como las “chamuscas” entre candidatos y periodistas -porque hay que anotar que la prensa burguesa también se presta a ese espectáculo grotesco para asegurarse su “cuarto poder”- y otras demostraciones que rayan en lo bufonesco como la de “guacalearse” con agua de tonel, ofrecer créditos a la palabra, subir montañas con muletas, transportarse en camioneta para inscribirse en el Registro Electoral o lavar ropa frente al Hemiciclo'.

Alfonso Bauer Paiz, en una entrevista de Prensa Libre, descalifica de una vez a Pablo Monsanto, a Nineth Montenegro y a Rigoberta Menchú, quienes se proclaman de izquierdas, y son candidatos en estas elecciones.

Hay tal cantidad de observadores que da la apariencia de que sobrepasan en número a los votantes. Son preciosas las fotos de hoy en elPeriódico y en Prensa Libre sobre el sainete, con los indígenas protestando porque no les hablan en sus idiomas y los observadores de la UE listos para el tour por provincias.

Para que los ciudadanos obtuviéramos algún beneficio de estos tangos, hay que exigir que nos den una semana de feriado después de esta fiesta cívica, calificativo cursi si los hay, para desintoxicarnos.

1 comentario:

Pirata Cojo dijo...

Una semana sin verles la cara ni oirlos bastaría, digo yo.

Cual suele suceder, el partido abstencionista ganará por abrumadora mayoría.

Saludo grande