miércoles, mayo 16, 2007

Muerte en la cadena de producción

Occidente ha creado monstruos impensables para nuestros padres. Un ejemplo son las compañías que, para ‘simplificar’ las cosas, ofrecen comida preparada o por lo menos empacada y ‘lista para consumir’. En semanas pasadas, las víctimas fueron gatos y perros, que comieron comida envenenada producida originalmente en China. Y cayeron, los bichos, comiendo comida de diferentes y famosas marcas que dicen ser producidas en Estados Unidos.

Las cosas se magnifican cuando se trata de seres humanos. Ashley, una niña de Indianápolis que ahora tiene dos años, es una de las víctimas de la epidemia de e. coli que el año pasado recorrió Estados Unidos entre los consumidores de espinaca. Como consecuencia de aquella infección, la niña tuvo que seguir un tratamiento de diálisis largo, y aunque ya está en su casa, vive a base de medicamentos. Eventualmente habrá que hacerle un transplante de riñón.

Su madre, con esa arrogancia tan gringa —call my ambassador, I’m an American— ha dicho que eso no debería sucederles porque viven en Estados Unidos.

Pero es que eso les ha pasado justamente porque viven en Estados Unidos, donde el dinero vale más que las personas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Segun yo, es mucho menor la cantidad de casos de intoccicacion por alimentos en occidente que en el resto de del mundo.