lunes, abril 09, 2007

Reflexiones pascuales

Entre nubes de incienso de la procesión de una Virgen Dolorosa me invade la idea de que en este país será necesaria una revolución, la que no triunfó en los años sesenta, setenta, ochenta ni noventa. El andamiaje de las instituciones de gobierno, con escasísimas excepciones está podrido, y esas excepciones no van a impedir que caiga. De hecho, está cayéndose de manera aparatosa entre el sufrimiento y la muerte de muchos.

Argeñada, la democracia formal que surgió al final de los gobiernos militares de la segunda mitad del siglo pasado, agoniza penosamente entre la actividad de los narcos, las maras, lo sicarios, los violadores y las bandas independientes de delincuentes que campean, cuchillo o pistola en mano.

El ahora defenestrado --ya muy tarde-- señor Vielmann logró con la ayuda del venezolano Víctor Rivera frenar la violencia que atosigaba a la rosca de los amigos que lo llevaron al puesto de ministro Así, los peliculescos asaltos a los bancos, los secuestros de miembros de la alta burguesía y otros crímenes cuyas víctimas moran en la parte más alta de la escala social, casi llegaron a desaparecer.

A mediados del año pasado los señores Vielman y Sperisen, abrumados por la crítica de los medios, que durante años solo informaron sobre la violencia, pero no analizaron ni exigieron la acción del ministerio de gobernación ni de otros entes del gobierno, organizaron las redadas y acciones más chafas que he visto en mi vida.

Mandaron a unos policías y soldados a escalar y cortar amapolas. Se metieron en algunos prostíbulos de mala muerte a dar la impresión de que estaban cumpliendo con su labor y encontraron algunos cigarrillos de marihuana y prostitutas o alcahuetes salvadoreños.

La acción más valerosa se llevó a cabo el día de Halloween, cuando cayeron a mansalva sobre unos adolescentes que celebraban el día de todos los trasgos, los maltrataron, les saquearon sus automóviles, se mearon encima de las pertenencias de algunos y los tuvieron echados en el suelo entre las doce de la noche y las seis de la mañana, donde pudieron patearlos a su antojo.

Bajo la atenta mirada de las más altas autoridades bancarias, dos bancos cayeron y dejaron sin sus ahorros de toda la vida a miles de personas. Hubo muertos entre los damnificados, que ahora van de un lado a otro, manifestándose en vano, mientras el ministerio público, otra de las joyas de la corona del señor Berger, se hace el loco.

Se abre un boquete insólito en la zona 6 de la Ciudad de Guatemala, pasan las semanas y no se hace nada. Ni por aquellos que perdieron sus viviendas y que peregrinan como fantasmas, ni por las viviendas en riesgo, ni por nada. Un agujero mudo, desatendido, símbolo perfecto de la inmovilidad gubernamental. En comparación, Nueva Orleáns y Katrina fueron una fiesta.

Afortunadamente, estamos en período de elecciones. Saltan por doquier las figuras de los candidatos con suficientes dotes para enfrentar y refrenar el caos en el que vivimos. No tenemos la menor idea de por quién vamos a inclinarnos. ¡Todos son extraordinarios! Y ninguno recibirá dinero de los narcos ni tiene acuerdos con el emperador de la TV Ángel González, etcétera.

El regreso a la vida real se hace en medio del titular de Prensa Libre, que apunta los problemas que le esperan a la flamante ministra de gobernación. Hércules o Kalimán -–según el gusto se incline por lo clásico o por lo popular-- serían los adecuados para enfrentar semejantes gangas.

elPeriódico nos trae noticias de la banda de Jalpatagua, los narcos a quienes se responsabiliza del asesinato de los diputados al Parlacen. Uno de los integrantes de la banda es el candidato con mayores probabilidades de ser electo alcalde de El Progreso.

Mientras termina de pasar la Virgen, un amigo a quien le he confiado mi idea sobre la necesaria revolución para comenzar a cero me ve con los ojos muy abiertos y me dice que entre los de la foto no es la revolución lo que ansían, sino una dictadura.

Problemas extremos, soluciones extremas. Mis ojos no las verán, pero recuerden estos augurios.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querida amiga. Como siempre tiene usted razon en sus augurios. Considero igualmente que necesitamos un nuevo inicio, un borron y cuenta nueva. Pero qué hacemos con esos 20 mil elementos de la PNC, los 15 mil del ejercito, la gente del MP, del OJ, los 200 legisladores y todo el desfile del ejecutivo. El sentir popular no llega facilmente al poder ya que siempre es el grupo que tiene los recursos el que logra hacer "sus" cambios, no en bienestar de la mayoría sino de su grupo. Lo más triste de todo es que hemos olvidado nuestra humanidad, nos hemos convertido en salvajes que atacan al primero que brinque en nuestra contra, ya no volvemos a ver las flores, los pájaros y mucho menos subimos la mirada al cielo para ver las estrellas. Hemos perdido el contacto con la naturaleza y con eso perdimos el sentido de la vida que es convivir en armonía con los otros que nos rodean. Pero sí, necesitamos una revolución.
Un gran abrazo
Claudia Acuña

selenitamx dijo...

Y qué tal, a la vieja usanza bíblica, lluvia de fuego. Más radical sí, pero quizás más eficiente que revolución o dictadura. Además, evitaría la dicotomía.

Wotzbely Suárez dijo...

¿Revolución?
¿REVOLUCION?

El amor, y no el odio debe guiar nuestros actos. Todo aquel que ama a la humanidad, sufre las injusticias, la pobreza, la violencia. Quien esté de acuerdo con el estado actual del mundo, y no desee un cambio, es un criminal. Como dijo Silvio "los movimientos revolucionarios están guiados por el amor a los semejantes, por querer que los que menos tienen tengan oportunidad al fin, una vez en la vida, y ése es un sentimiento de amor"
¿Revolución? Por supuesto.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Maravillosa y lúcida la reflexión. Voy a guardarla.

Saludos.