jueves, septiembre 25, 2008

Reflexiones ante la depresión

Asistimos, verdaderamente, al final de las ideas sociales y económicas que presidieron los reinados de Reagan y Thatcher. En aquellos años, los ochenta, el éxito académico de tales ideas –-la Marro incluida-- y su popularidad o furor entre las elites fue trascendental. Y cuando la URSS se vino al suelo, parecía que el éxito de esa visión del mundo era ya definitivo. Fukuyama publicó su ahora envejecido libro El fin de la historia. Tuvimos ocasión de escucharlo aquí en Guate, hace unas cuantas semanas, dándose los proberviables golpes de pecho justamente en el lanzamiento de un programa donde el Estado interviene abiertamente otorgando unos fondos a las familias más pobres del país, condicionando esos dineros a la asistencia de los niños a las escuelas y a los centros de salud.

Pero Fukuyama y su séquito de entonces tuvieron tal capacidad de persuasión, que la visión de un Estado cada vez más reducido (que nos proporcione seguridad, solo eso, escuché argumentar una y otra vez) se consolidó como el mantra de los conservadores.

Tal vez la recesión gringa los haga cambiar. A lo mejor un día de estos la Marro contrata a Marcela Gereda para que ilustre a los alumnos sobre las trampas de la fe. En este caso, de la fe en el mercado.

3 comentarios:

Patricia Cortez dijo...

cualquier ideología, cuando tiene dogmas tan severos, se convierte en una trampa en si misma.

Wingston González dijo...

¡volviste! órale. hace ratos que no te veía. fue buenísimo verte en la filgua. ¡un abrazo gigante ana!

Anónimo dijo...

Ve que igualado salió este!