La manera en que los países poderosos han articulado las relaciones económicas nos lleva a vivir una de las paradojas más desdichadas de la vida humana en este siglo: nuestros pobres, los que tuvieron que abandonar el país poniendo en riesgo la vida, los que cortaron el lazo que los unía a su propia tierra son quienes nos están permitiendo vivir en estos días.
Me refiero a los emigrantes y a las remesas familiares que llegan de EEUU o de Europa y que constituyen el segundo ingreso en este país.
Su trabajo, las penurias que vivieron durante el traslado, las que viven en la actualidad, su añoranza por la región donde nacieron, el alejamiento de sus familias, la adopciòn de costumbres ajenas, el diario soportar el racismo y la discriminación. Lo digo, lo siento, pero no logro trasladar ese constante sufrimiento a la palabra escrita.
Los emigrantes, esos héroes nuestros. Este es mi pobrísimo homenaje para ellos.
sábado, agosto 18, 2007
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