Haberle cambiado el nombre al Palacio Nacional ha sido una de las acciones más ridículas del gobierno de Arzú. Palacio Nacional de la Cultura, ¡aarggh! dan ganas de vomitar.
En cuanto a las otras cursilerías: ponerle una capucha al patio del ala oriental del Palacio, y sembrar allí el 'monumento a la paz', (que es la única 'paz' de que gozamos) nos sindica como el país de opereta que somos.
Todo país que se respete necesita una sede de gobierno. Casa de la Moneda de la Cultura, Casa Rosada de la Cultura. Ya veo a los chilenos y a los argentinos meándose de la risa. Ni siquiera al señor Bush se le ha ocurrido decir Casa Blanca de la Cultura.
En países verdaderos se respetan ciertos símbolos, nombres, lugares.
Ni siquiera quiero pensar qué nombre le daría el señor Rabbé a otros sitios, qué ceremonias absurdas crearía.
miércoles, julio 18, 2007
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1 comentario:
Imagine usted, si idea semejante hubiese surgido del especialmente creativo cerebro de nuestro actual presidente.
Saludos cordialísimos.
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