Hace 25 años la aldea que llevaba ese nombre fue prácticamente borrada del mapa. El ejército y los patrulleros civiles arrasaron con ella y con sus habitantes. Doscientas sesenta y ocho –-268—- personas muertas durante una orgía castrense. Casi todas ellas de la comunidad maya Achí.
Son terribles los relatos de algunos de los sobrevivientes, que cuentan cómo los soldados entraron a la aldea a las dos de la tarde, reunieron a casi todos los habitantes, separaron a los niños y a las jóvenes de entre 15 y 20 años.
Metieron a los mayores en una casa, y los torturaron, acusándolos de ser guerrilleros. Luego hicieron explotar dos granadas dentro de la vivienda mientras disparaban sus armas. Finalmente, le prendieron fuego a la casa con los moribundos adentro.
Los soldados y los patrulleros fueron luego en busca de las jóvenes a quienes violaron y torturaron antes de matarlas a machetazos o a tiros. Ya habían acabado con los ancianos, los adultos y las mujeres. Entonces golpearon a los niños contra las piedras hasta romperles los huesos, los cráneos, y los tiraron aún vivos entre las llamas.
Reinaba en el país el sátrapa, el inmencionable, el señor Ríos Montt.
jueves, julio 19, 2007
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2 comentarios:
Lo increíble de todo es que en el sitio de la masacre hay ahora una iglesia, y una serie de memorias recordando a los deudos para que esa bestiada no se repita. Pero nadie pone sus piecitos allí. Salvo dos, tres institutos de las Verapaces.
Y sí, si muchos peregrinan hasta Auschwitz, sería bueno también darse un paseo por esos sitios. Porque al ver el contraste de miseria extrema con crueldad extrema nadie puede evitar sentir nauseas, indignación.
Renata, usted tiene toda la azón. No es preciso ir a Auschwitz. Solo visiar ciertos pueblos guatemaltecos.
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