sábado, julio 28, 2007

El espectáculo mediático

El cielo, ese que los poetas invocan a cada rato, comienza a saturarse con los objetos voladores en busca de espectáculo. En Phoenix, EEUU, dos helicópteros de sendas compañías de televisión chocaron ayer cuando transmitían las imágenes de un camionero perseguido por la policía. Los dos pilotos, los dos reporteros gráficos, murieron al instante.

Las escenas desde el aire de las persecuciones policiales cobraron fama desde aquel verano, hace ya una decena de años o más, en que O.J. Simpson huía en una camioneta blanca luego del asesinato de su mujer y de un hombre. Ambos asesinatos jamás fueron aclarados y no se sabe si O.J. fue el asesino, pero el rostro y el nombre del Juez Ito se quedaron en la mente de todos los que se pasaron pegados a la tele viendo –-durante un año-- el juicio del ex atleta.

Las persecuciones, los choques espectaculares, ciertas actividades como las del juicio de O.J. Simpson son el atol con el dedo que nos dan los medios. Son los insumos para mantener entretenida a la gran mayoría, mientras las cuestiones verdaderamente importantes se soslayan, se mantienen en secreto casi.

Estas normas no escritas del mundo del espectáculo mediático son las que permiten la propagación de programas donde la gente se pega, se grita, se insulta, a cambio de una miserable paga. El programa Laura es la versión más infame. No menos infame, pero rodeada del más falso glamour, Donde estás corazón, epítome de la TV basura española.

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