lunes, junio 18, 2007

Se cuecen habas

'Desde hace semanas mi ciudad ha entrado en una repentina fiebre de eficiencia. Los barrenderos madrugan, se asfaltan los baches y se construyen glorietas, se acaban hospitales o centros deportivos, hasta, oh milagro, los funcionarios municipales dan los buenos días.

'Las urnas serán el paliativo de está febrícula, las obras se ralentizarán y los funcionarios volverán a ser gruñones. Todo regresará a su estado natural... Ahora todo se promete, no importa el descaro, como si fuera un bazar de regateo se apunta a lo más alto, a lo imposible, que luego ya habrá tiempo de rebajar o de que el olvido juegue su parte. Los carteles electorales me rodean con falsas sonrisas sostenidas, retocadas con botox.

'Sé lo que es el desencanto y el oportunismo y soy consciente de la gran cantidad de infames y desvergonzados que se acercan al noble arte del servicio público. Finalmente, también a mí han conseguido desilusionarme. Una responsabilidad extraña me inculca luchar contra esta apatía para acudir a las urnas aunque sea, como otras veces, para votar en blanco'.

Los párrafos anteriores pertenecen a un post de mi amigo Goathemala, de hace casi un mes, antes de las elecciones municipales en España. Pero parece escrito aquí, sobre las nuestras.

2 comentarios:

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

...y en otras a calderadas como dice el refrán.

¿También allí? ¡Estamos apañados!

Gracias por citarme, todo un honor.

Saludos, Pedro.

Mónica Lima Quinto dijo...

Como diría mi papá, es llamarada de tusas.
Ana María, creo que a la gente hay que darle el beneficio de la duda.