martes, mayo 15, 2007

Sobre ciertas cosas amargas

Acabo de recibir una carta de Mayarí de León, hija de mi amigo El Indio, como le decíamos a Luis de Lión, uno de los compañeros con los que comencé mis andanzas en la literatura. La carta de Mayarí, quien fue mi compañera años más tarde en elPeriódico, lo dice todo y voy a copiar algunos fragmentos que me parecen pertinentes:

'Hace 23 años, el 15 de mayo de 1984, mi familia fue desintegrada, desgarrada cruelmente en sus fibras más profundas y lacerada en su intimidad en el marco del conflicto armado que asoló nuestra patria.

'Mi padre, el escritor Luis de Lión, se sumó a las 45 mil personas desaparecidas forzosamente durante ese período histórico de Guatemala. Con él se llevaron parte de nuestra vida, de nuestros sueños, mi hermano, de 13 años y yo, de 17. Mi madre no tenía un trabajo que le aportara ingresos, y la represión imponía reglas drásticas para sobrevivir.

'Ese día, en nuestra mesa familiar quedaron los macuyes cocidos, la carne asada y dulce de arroz con leche, unas hojas junto a una máquina de escribir con una metodología educativa para que los niños escribieran sus propios poemas y cuentos. Ese día mi padre salió a la calle después de dos semanas de convalecencia por la diabetes, enfermedad que lo estaba dejando ciego.

'Hay quienes dicen, ¿para qué recordar este suceso después de tantos años? ¡Hay que olvidar y darle vuelta a la página!

'Es posible que sea fácil para quien no sabe qué es un desaparecido, pero aquí el duelo no tiene fin, es la espera permanente de lo incierto. Sí, en América Latina el fenómeno de las desapariciones forzadas es una realidad que lacera la vida de miles de familias y un método de tortura psicológica permanente, diseñada en forma premeditada.

'Hoy quiero recordar a mi padre, más que al escritor de El tiempo principia en Xibalbá o al educador multifacético que he ido descubriendo al recopilar su historia de vida.

'Durante 17 años disfruté de un hogar lleno de amor, de solidaridad y de enseñanzas para mi vida adulta. En los roperos había mas libros que ropa, la literatura y el arte eran un artículo de primera necesidad. Papá construía cuentos de nuestra cotidianidad y nos educaba utilizando como recurso nuestra propia experiencia de vida.

'No puedo evitar un sentimiento de dolor, de tristeza, de impotencia por ese padre que me fue arrebatado hace 23 años'.

5 comentarios:

Mónica Lima Quinto dijo...

Quiero solidarizarme con Mayarí, debe ser muy doloroso perder a un ser querido y en semejantes circunstancias.

EL ENMASCARADO dijo...

Mi admiracion y respetos a Luis de Lion y solidaridad a su familia.
Sus letras han inspirado a toda una generacion.
¿Por qué se empeña la muerte
en matar, vanamente, a la vida,
si la más humilde semilla
rompe la piedra más fuerte?

Anónimo dijo...

Luis de Lión es más que una fuente de inspiración o un referente obligado, es el único escritor en cuya voz los "indios" dejaron de ser folclore, una masa ornamental que venderle a los turistas o una justificación para redactar discuros o sangrarle lomosnas a la comunidad internacional, en la voz de Luis de Lión los "indios" tienen cabeza y pies, vísceras enrrolladas como culebras, pasiones y deseos, son viles o sublimes como cualquier otro ser humano, tienen huesos, carne y cuerdas vocales, no son ideales ni formaciones oníricas con apariencia humana como en Asturias, son reales y macizos, se ensañan, odian y aman, los "indios" de Luis de Lión existen.

Y a él, por supuesto, lo mataron.

Gracias Ana María por compartir esto... Luis de Lión es nuestro Juan Rulfo, nada menos.

A.

charakotel dijo...

Me adhiero a las muestras de solidaridad para con los deudos del gran Luis de Lión. Parafraseando al también desaparecido Otto René digo que los indios solo queremos ser humanos, dignos...

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Conmovedor Ana. Resulta muy fácil decir que hay que olvidar el pasado cuando no se es un afectado directo y los masacradores hacen su vida con entera normalidad.

Saludos.