Tengo algún tiempo de encontrarme con la palabra desafío allí donde debiera decir problema, complicación, relajo, etcétera. Me vuelvo aún más desconfiada cuando la oigo en la boca de ministros y funcionarios que están enfrentados a verdaderos desastres y, pretendiendo una sonrisa al final de cada intervención --como lo recomiendan los manuales de imagen-- esbozan la mueca fatídica que acompaña invariablemente a la palabra a que me refiero.
¿Me quieren explicar cómo caímos en la jactancia y la fanfarronada --otros significados de desafío-- de andar convirtiendo por arte de magia (hoy de moda en este blog) un problema real en una babosada?
martes, mayo 22, 2007
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