Llegué a esta columna de José Pablo Feinmann en el diario Página 12 porque lo cita Marcelo Figueras en El Bomeran(g), y de pronto me di cuenta del miedo que poco a poco se ha ido apoderando de mí en la medida en que las bravuconadas nucleares se radicalizan y endurecen en el mundo. Ya durante la guerra fría caminábamos en puntas de pie para no provocar movimientos abruptos que espantaran a la extinta URSS y a EEUU.
No hemos aprendido nada, como no sea a matar con más destreza o a mayor número de gente.
miércoles, abril 18, 2007
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