Desde Malmǿ en Suecia y en medio del V Foro Social Europeo, el escritor Ignacio Ramonet echó una mirada a los duros sucesos que tuvieron lugar en Bolivia en las últimas semanas y le dijo lo siguiente al periodista Grover Cardozo Alcalá: 'A pesar de las tergiversaciones que introdujeron los medios, yo diría que en definitiva es normal lo que está pasando en Bolivia porque es normal que las clases sociales que han dominado el país, que se han apropiado la riqueza y que explotaron a los trabajadores de Bolivia durante siglos se resistan a admitir que ese período tan feliz para ellos se terminó.
‘Les cuesta reconocer que el gobierno actual tiene toda la legalidad porque ha sido elegido democráticamente y que ese apoyo ha sido reiterado en el referéndum con un resultado que no admite discusión.
‘Por consiguiente Bolivia es un país que está en busca de justicia social hace mucho tiempo. El gobierno de Evo Morales aporta la esperanza de responder a esas aspiraciones de las masas bolivianas. No se trata de hacer nada extraordinario, sino sencillamente de repartir un poco mejor la riqueza, establecer avances que la mayoría de los países desarrollados conocen hace siglos: alfabetización generalizada, cuidado médico generalizado, derecho para los ancianos de tener una vejez igualmente digna, justicia para todos y fin de la discriminación étnica en particular hacia la mayoría indígena’.
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martes, septiembre 23, 2008
jueves, noviembre 29, 2007
Prebendas, explotaciones
Los diputados han cometido tantas tropelías y burradas que todo el mundo está contra ellos menos sus familiares cercanos. Y los diarios se lucen cebándose en los campeones. Siglo XXI dedica hoy su mejor suplemento desde hace rato a contar cómo los padres de la patria --no míos, por cierto-- se reparten indemnización, aumento de salario, canastas navideñas y otras fruslerías. Prensa Libre hace lo propio y elPeriódico también. Pero en honor a la verdad, Siglo XXI se lleva las palmas.
Se está generando en Guatemala una división a la que nadie ha prestado atención: por un lado los ricos viejos y nuevos que se untan a discreción mantequilla y mermelada. Por el otro, los de a pie, los que para sobrevivir tienen que aceptar trabajos a destajo.
A destajo trabajan los catedráticos de las universidades. Todavía hay en la San Carlos quienes tienen un puesto seguro y con las prestaciones de ley, pero cada vez son menos. En la Marro, en la Landívar, en todas las demás, los docentes prestan ‘servicios profesionales’ que duran exactamente lo que un ciclo universitario: cuatro o cinco meses. Olvídense del IGSS, del bono 14, del aguinaldo, las vacaciones.
A destajo trabaja la mayoría de los jóvenes que desde hace un par de años ingresan al mercado de trabajo. Aquí en Guate se responde a los enojados usuarios de compañías de electricidad, aéreas, de teléfonos, etcétera, que viven en cualquier parte del mundo. La maquila del call center prospera en el país.
Hasta que alguien encuentre que en otro país más andrajoso que el nuestro hay quienes hablan inglés y están dispuestos a pasarse hasta doce horas sentados frente a un teléfono y una computadora por menos de 450 dólares al mes, que es lo que se paga aquí. Nada de IGSS, ni bono 14, ni vacaciones, ni nada.
En otros ámbitos los profesionales ya no trabajan para nadie. Son consultores y hacen consultorías. Sin IGSS, ni vacaciones ni bono 14 ni… ¿para qué repetirlo?
Dan envidia los magistrados de las cortes de Constitucionalidad y Suprema de Justicia, los ministros, los diputados y otros funcionarios con salarios dignos y prestaciones previstas por el Código de Trabajo.
Ya habrá en el futuro alguien parecido a quienes en estos días están haciendo cambiar un poco el panorama en América del Sur; entonces los campeones del trabajo a destajo llorarán largamente y cosecharán sus tempestades.
Se está generando en Guatemala una división a la que nadie ha prestado atención: por un lado los ricos viejos y nuevos que se untan a discreción mantequilla y mermelada. Por el otro, los de a pie, los que para sobrevivir tienen que aceptar trabajos a destajo.
A destajo trabajan los catedráticos de las universidades. Todavía hay en la San Carlos quienes tienen un puesto seguro y con las prestaciones de ley, pero cada vez son menos. En la Marro, en la Landívar, en todas las demás, los docentes prestan ‘servicios profesionales’ que duran exactamente lo que un ciclo universitario: cuatro o cinco meses. Olvídense del IGSS, del bono 14, del aguinaldo, las vacaciones.
A destajo trabaja la mayoría de los jóvenes que desde hace un par de años ingresan al mercado de trabajo. Aquí en Guate se responde a los enojados usuarios de compañías de electricidad, aéreas, de teléfonos, etcétera, que viven en cualquier parte del mundo. La maquila del call center prospera en el país.
Hasta que alguien encuentre que en otro país más andrajoso que el nuestro hay quienes hablan inglés y están dispuestos a pasarse hasta doce horas sentados frente a un teléfono y una computadora por menos de 450 dólares al mes, que es lo que se paga aquí. Nada de IGSS, ni bono 14, ni vacaciones, ni nada.
En otros ámbitos los profesionales ya no trabajan para nadie. Son consultores y hacen consultorías. Sin IGSS, ni vacaciones ni bono 14 ni… ¿para qué repetirlo?
Dan envidia los magistrados de las cortes de Constitucionalidad y Suprema de Justicia, los ministros, los diputados y otros funcionarios con salarios dignos y prestaciones previstas por el Código de Trabajo.
Ya habrá en el futuro alguien parecido a quienes en estos días están haciendo cambiar un poco el panorama en América del Sur; entonces los campeones del trabajo a destajo llorarán largamente y cosecharán sus tempestades.
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