Francisco reunido con los dirigentes brasileños |
Este
Papa, Francisco, me da que pensar. A
ratos me recuerda al buenazo de Juan XXIII. Y el hecho de que no quiera los
lujos y prebendas papales lo hace agradable a primera vista. Me llamaron la atención sus discursos en
Brasil y me gustaría ser más ducha en semiología para leerlo entre líneas.
El
sábado pasado se reunió con la clase dirigente de Brasil en el propio Rio de
Janeiro y afirmó su creencia en un futuro que exige una
rehabilitación de la política, una visión
humanista de la economía y una política que logre cada vez más
la participación de las personas, evite
el elitismo y erradique la pobreza. Que a
nadie le falte lo necesario y que se asegure a todos dignidad, fraternidad y
solidaridad: este es el camino a seguir, terminó diciendo.
Y se decantó, en esa reunión por lo que él cree
que hace falta: diálogo, diálogo, diálogo.
¿Estará dispuesto a dialogar en las cuestiones
del celibato sacerdotal, en la necesidad de que las mujeres dispongamos de
nuestros cuerpos y en otros asuntos más espinosos, (para la Iglesia) como la
existencia del homosexualismo?
¿O abrirá al menos las puertas para que tales contenidos
se puedan tratar abiertamente?
La Iglesia Católica tiene más de dos mil años
de vida. Pero si una lee el Nuevo Testamento y más tarde se encuentra con lo
que se acordó en concilios y reuniones verdaderamente políticos y de
enfrentamiento de poderes entre los religiosos que tenían o creían tener la
sartén por el mango, se da cuenta de que la mayoría de lo que la Iglesia proclama
y predica no tiene convergencia alguna, o resulta escasísima, con lo que dijo el hombre
histórico llamado Jesucristo, fundamento de esa religión.
Bueno, si aunque Francisco solo lograra horadar
la mente de los dueños del mundo para que se den cuenta de que ellos mismos se
irán al diablo al igual que el resto de los humanos cuando lo que Juan Pablo II
llamó el capitalismo salvaje acabe con los recursos naturales, y los habitantes
de la Tierra desaparezcamos entre sed y hambre, me daría por satisfecha.
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