Necesidad de coherencia mundial

Dicen los especialistas que el ataque de Israel a Gaza es una mera bicoca comparada con la agenda que había entre el gobierno israelita y el de EEUU de los últimos ocho años, donde los platos fuertes eran Irán y Siria. Mientras subsistía el equipo completo de la administración de Bush --incluidos Rumsfeld y Wolfowitz-- el equipo, digo, que ideó la invasión a Irak en 2003, Irán y Siria estuvieron a un milímetro de ser bombardeados e invadidos.

En realidad, mientras no se resuelva el conflicto entre Israel y Palestina, los otros peligros de enfrentamiento permanecerán latentes, y al menor descuido podría producirse una nueva conflagración en cualquier parte del mundo islámico.

Mientras Europa, Asia y América no lleguen a crear una política unificada y coherente para arrancarle la mecha a la cuestión israelí-palestina, cualquier intento para obtener la paz fracasará.

El explosivo escenario contiene objetivos que incluyen el agua, las vías de comunicación, el territorio, el ‘derecho’ de un estado para patrullar la zona, el petróleo, y quién sabe cuántas cosas más.

Pero mientras los mundo occidental y asiático se debaten entre sus propias contradicciones, el gobierno de Israel sí tiene la voluntad política -–el manual de conducta externa-- y conoce sus objetivos, que no son otros más que, por de pronto, reducir a los palestinos a su mínima expresión. No importa cómo.

Lo cierto es que si no se llega a una coherencia mundial, el mundo islámico, irritado a extremo por las acciones de EEUU e Israel, cuyas intenciones no conocemos muy bien, puede producir una erupción terrible en la que no debe descartarse el uso de armamento nuclear.

Así andamos.