Estrógenos, testosterona

Las mujeres exigimos igualdad social y a fuerza de pugna hemos alcanzado algo. No lo suficiente, por supuesto. O por lo menos, no llegan esos avances a todas partes. Solo tengo que recordar que antes de las pasadas elecciones, en el campo los indígenas se empadronaban, y cuando se les preguntaba por sus mujeres --esposas, madres o hijas-- guardaban un silencio obstinado o finalmente decían que ellas no. Un no definitivo. Machista.

Sí, tenemos ya bastantes décadas de usar pantalones normalmente, lo que resulta muy cómodo, no cabe duda. Pero si los hombres comenzaran a usar falda –-excepto los escoceses y el Príncipe de Gales en días especiales-- la cosa se vería muy rara. O al menos eso es lo que dicen ellos, cuya avanzada ya ha aceptado ponerse cremas y potingues, transplantarse pelo, hacer ejercicio no por salud sino para verse bien.

Los médicos especializados comienzan a creer que las mujeres somos responsables de la ‘feminización’ de los hombres porque comemos carne de vaca cuando estamos embarazadas y todo el mundo sabe que al ganado se le dan estrógenos normalmente. Eso es hilar fino, porque generalmente la cría de ganado es una actividad masculina y en última instancia, son hombres los que han dispuesto qué se hace con el ganado para que produzca más.

Se sospecha en estos tiempos que la decisión (masculina) de darles hormonas a las vacas también es responsable de que haya empeorado la calidad del semen. Y no hay que olvidar los factores tóxicos ambientales que también inciden en los atributos del semen. La toxicidad del ambiente se debe a la febril actividad industrial para hacer dinero, fabricar armas cada vez más letales y otros entretenimientos típicamente masculinos.