domingo, diciembre 30, 2007

Reflexiones dominicales

Dudo de recobrar alguna vez las facultades pensatorias. Esto de la Navidad y el Año Nuevo tiene sus bemoles. A mí me baja las hormonas de la ferocidad, tan necesarias en un periodista. Tal vez por eso, cuando reporteaba el Palacio Nacional, hace ya tantos años, nos inventamos lo del membrillo y la manzana como premios para el ministro más agrio y para el que mantenía a lo largo del año la mejor comunicación con la prensa. Eso daba para dos o tres días de babosadas.

Por falta de noticias, ya que todo el mundo andaba en la hueva navideña --y lo que era noticia no podía publicarse, por razones comprensibles aun con el paso del tiempo-- íbamos con los funcionarios y los azuzábamos para que negaran los rumores. Claro que los rumores nos los habíamos inventado cinco minutos antes de entrar al despacho ministerial, pero éramos jóvenes y teníamos que regresar al periódico a escribir resmas enteras antes de terminar el día.

Además, lo que publicábamos era cierto: ‘El ministro de educación niega que la inscripción escolar ya esté cerrada’. Lo había negado ante nuestras patrañas, boberías inocentes si tomamos en cuenta lo que iban a hacer los reporteros estrella de diarios como el New York Times años más tarde.

‘No se otorgarán licencias a la policía por Año Nuevo’, ‘no habrá huelga de panaderos’, no esto, no lo otro. Supongo que los directores y jefes de redacción se daban cuenta, pero ellos también eran presa de la vuelta Concepción – Reyes y no chistaban. Durante la segunda semana de enero las cosas volvían a ser como de costumbre, jodidas, y teníamos que mordernos la lengua para no escribir las verdaderas noticias.

Mientras escribo, el cielo muestra su brillantez azul claro, un atisbo de nubes aparece por el norte y compruebo con alegría que se ha disipado el velo mugriento del smog acumulado sobre la ciudad a lo largo de la semana. El volcán de Fuego, en plena actividad como corresponde a los días más fríos del año, lanza bocanadas grises de muy corta duración.

El último domingo del año promete ser dulce y suave.

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