Quién es quién en el lío

Harta como estoy de escuchar las críticas acerbas a los palestinos, hoy me dedico a un ejercicio de memoria: Hamás es la organización creada en 1987, durante la primera intifada, con ayuda de los servicios secretos israelíes, para socavar la hegemonía de la Organización para la Liberación de Palestina --que no se basaba precisamente en cuestiones religiosas sino que era un movimiento laico en busca de la libertad de los palestinos-- dirigida en aquel tiempo por Arafat. Al Fatah es heredera de Arafat.

Arafat, quien murió envenenado como todo el mundo lo sabe, un hecho que hasta los medios más progresistas se resistieron a comentar en su momento, representó la esperanza de liberación de aquellos palestinos que malviven en lo que el periodista e historiador Mateo Madridejos llama ‘el campo de concentración al aire libre de Gaza’.

Israel ha sido, en su negativa por llegar a un acuerdo o entendimiento con los palestinos, el propiciador del auge de Hamás, ese frankenstein creado por el propio Israel, que ahora ha tomado el control de la franja de Gaza. Como este movimiento no es laico, cual lo era la OLP, no se tentarán el alma para actuar en contra de su padre y madre putativos. Los mueve el fanatismo.

La hipocresía de EEUU y la Unión Europea en sus relaciones con Abbás, elegido democráticamente, a quien en ningún momento le prestaron ayuda alguna, ha propiciado el escandaloso estado de cosas en una de las regiones más harapientas y doloridas del mundo, la franja de Gaza

Quienes quieran conocer el informe de Álvaro de Soto sobre el conflicto, este es el enlace a ese documento, muy revelador.

A ustedes les propongo un ejercicio mental: si alguien que los ha tenido presos pretextando que les organizaba la vida entra de pronto y dice que la sala de su casa va a ser desde hoy del señor Shalom, ya me dirán ustedes lo que sienten. Y si el señor Shalom, más tarde, usando las armas les arrebata el jardín, el garage, el comedor, los dormitorios y los manda a vivir en el cuarto de la empleada, verán con qué felicidad aceptan la agresión.

Cambien a los protagonistas por Inglaterra, Israel y Palestina, y eso les aclarará el panorama.