Uno de mis alumnos dijo esta mañana que el presidente Saca de El Salvador había quedado en ridículo al correr a hablar con su papá Bush para quejarse de cómo en Guatemala habían asesinado a cuatro salvadoreños. Como si El Salvador fuera un oasis de tranquilidad y no compartiera con Honduras y este país los mayores índices de criminalidad en el área.
No habrá sorpresa alguna si después de los hechos delictivos --la matanza de los diputados al Parlacen y su conductor, y el posterior asesinato de los hechores materiales del crimen-- y de los lloriqueos de Saca tuviéramos una invasión de soldados estadounidenses. Ya los hay, desplegados por las montañas de San Marcos, en prevención de la siembra de amapola. Pero una carnicería en dos etapas como la que acabamos de protagonizar, podría bien dar pie a que, con el pretexto de darles ‘seguridad’ a los habitantes y a los visitantes de Guatemala, viéramos más militares norteamericanos por aquí.
En cuanto al estado de las cosas, lo más relevante que hay en los diarios es un artículo de Haroldo Shetemul publicado en Prensa Libre. Hay que leerlo.
miércoles, febrero 28, 2007
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1 comentario:
Solo demuestra lo ineficiente de su gobierno al no poder resolver sus problemas del país que tiene a su cargo... eso hizo el señor Saca.
Saluditos Ana María
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