Los habitantes de la ciudad ya tienen un tema para escapar de los manidos ayes y terrores por la violencia: el señor Arzú continúa en su tarea de limpiar la ciudad con el fin de que retornemos al centro todos aquellos que salimos despavoridos de ella por los humos de las camionetas y las gracias de los asaltantes.
Comenzó sembrando flores y sé de personas enconadas que pasan cortándolas porque creen que el ornato debe empezar dentro de las casas de ellos. (Que las limpien) Ahora ha recogido los vehículos destrozados que adornaban las calles, y ha cerrado los talleres de quienes trabajaban en la vía pública.
Como eso no basta para que la ciudad regrese a un aspecto taciplatero, ha dispuesto el alcalde que las prostitutas sean barridas de los alrededores del Cerro del Carmen. Y hoy en Prensa Libre el editorial afirma que al señor Arzú se le está pasando la mano por colocar en calles y avenidas ciertos artilugios, llamados boyas o tortugas por el vulgo, que impiden transitar a gran velocidad.
Ya querría yo unas boyas en el bulevar de Vista Hemosa, la calle donde más muertes se producen en la ciudad por obra y gracia de los que corren desaforados. Y algunas frente a mi casa, donde al menos tres veces por semana hay accidentes, y por donde en la madrugada pasan los bólidos rechinando llantas.
viernes, octubre 13, 2006
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