Hemos escuchado cientos de veces la amenaza: se les levantará actas, van a ser despedidos. La historia del lobo, en síntesis. Hoy es el señor Berger quien afirma que va a despedir a los médicos que han entrando nuevamente en paro.
Los médicos, estoy segura, no han llegado a un segundo paro porque sí. Lo hacen como protesta por la falta de seriedad del gobierno al no cumplir con el acuerdo al que se llegó en días pasados. Los médicos se manifiestan otra vez porque después de largas negociaciones se les ofreció el oro y el moro, y hasta ahora no se ha cumplido con dotar a los hospitales de los medios para que funcionen como Dios manda.
Por lo demás, la manida amenaza del despido lo único que demuestra es la falta de capacidad del Ejecutivo de cumplir con aquello a lo que se compromete. Un gobierno no avanza en sus funciones porque se obliga a acuerdos fortuitos y casuísticos, sino porque los funcionarios que han sido electos o designados cumplen con sus tareas.
Si los médicos no hubieran realizado el paro de semanas pasadas, jamás habríamos sabido el estado calamitoso de los hospitales. Ahora, la incapacidad gubernamental está de manifiesto nuevamente, y el señor Berger se lava las manos, o pretende hacerlo, anunciando unos despidos que no se llevarán a cabo, como no se han llevado a cabo jamás los de tiempos pasados.
La tarea del señor Berger no es andar soplando velitas de pastel y fotografiarse sonriente al lado de niños, mujeres u hombres, según la ocasión. Su trabajo es meter en cintura a los burócratas que lo acompañan para que de verdad funcionen los hospitales, entre otras cosas.
sábado, agosto 12, 2006
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